A tese principal deste interesante libro –El misterio del capital. Hernando de Soto, 2000- é a seguinte: Se a diferenza dos países occidentais, nos países do terceiro mundo e dos saídos do comunismo, a economía capitalista non funciona é porque non hai un sistema legal de propiedade ordenado e eficiente.
En occidente (...) toda parcela de tierra, toda construcción, toda pieza de equipo o depósito de inventarios está representado en un documento de propiedad que es el signo visible de un vasto proceso oculto que conecta a tales recursos con el resto de la economía. Gracias a este proceso de representación, los activos pueden llevar un vida paralela a su existencia material. En tal condición pueden ser usados como garantía para crédito. (...) Estos activos pueden también aportar un nexo con la historia crediticia del propietario, dar un domicilio asequible para cobranza de deudas e impuestos, ser una plataforma para la creación de servicios públicos confiables y universales, y una base para crear valores que luego pueden ser redescontados y vendidos en mercados secundarios. Así, mediante este proceso, occidente inyecta vida a sus activos y los hace generar capital.
El tercer mundo y los paises que salen del comunismo carecen de este proceso de representación. En consecuencia, casi todos andan subcapitalizados (...)
Los habitantes pobres de estos paises –la gran mayoría- sí tienen cosas. Pero la mayoría de ellos no cuenta con medios de representar su propiedad y crear capital. Tienen casas pero no títulos; cosechas pero no certificados de propiedad; negocios pero no escrituras de constitución ni acciones que permitan a sus activos llevar una vida paralela en el mundo del capital.
É dicir, que nos países subdesenvolvidos: Nadie sabe realmente quién posee qué y dónde, quién es responsable del cumplimiento de qué obligaciones, quién responde por las pérdidas y los fraudes, y de qué mecanismos se dispone para imponer pagos por bienes y servicios entregados. En consecuencia, el potencial económico de la mayor parte de los activos en estos países no ha sido identificado ni convertido en capital; por ello la economía del intercambio se mantiene constreñida y estancada. (...)
Este es el misterio del capital. Para resolverlo hay que comprender cómo (...) los occidentales, al representar activos mediante títulos disciernen capital en esos activos, y logran extraérselo.
Pero isto non quere dicir que nos paises subdesenvolvidos non haxa prácticas de acordo socialmente aceptadas, regras non escritas de intercambio e de negocio. Todo isto existe, o que sucede é non está recoñecido legalmente, todo funciona á marxe dun sistema oficial deseñado para impedir que os pobres teñan acceso á propiedade. Deixando patente que fuera de occidente lo marginal es la legalidad, mientras que la extralegalidad se ha vuelto norma.
E para demostrar que en todos estes países en teoría miserentos hai un capital inmenso sen explotar todo o ben que se debería, o autor aporta algúns datos chamativos da economía peruana, filipina, exipcia e haitiana. Como exemplo as cifras de Haití, país nos que os inmobles rurais e urbanos sen título suman uns 5.200 millóns de dólares, cifra que cuadriplica o total dos activos de todas as empresas que operan legalmente no país, é nove veces o valor de todos os activos de propiedade do Estado e é 158 veces o valor de toda a inversión extranxeira na historia rexistrada ata 1995.
Entón, e parafraseando a Lenin: Que facer? Segundo De Soto é imprescindible emprender a complexa tarefa que supón legalizar o qué ilegal, é dicir, dar por bos os xeitos de acordo e de funcionamento que xa están en práctica nas favelas, nos ranchitos, ou nos bidonvilles e integralos no corpus legal dos distintos países porque como resume Oliver Wendell Holmes na cita que o autor incorpora ao libro: A fonte da vida da lei non foi a lóxica, foi a experiencia.
Para levar a cabo estas reformas e sortear todos os atrancos que puidesen plantexar os máis privilixeados polo status quo, é necesario ter en conta que crear un sistema de propiedad que sea asequible a todos es fundamentalmente una tarea política, porque es una tarea para personas que comprenden que la meta final de un sistema de propiedad no es definir estatutos elegantes, conectar computadoras resplandecientes o imprimir mapas multicolores. La meta de la propiedad formal es poner capital en manos de todo el país.
E aquí comeza a utopía. Unha utopía que a min se me antolla tan ilusa coma calquera vella idea de redención revolucionaria: Eduardo de Soto, despois de dar fe de que, tras os fracasos das políticas ultraliberais das últimas décadas, fuera de occidente quienes abogan por el capitalismo estén intelectualmente en retirada; e de alertar de como con el avance de las comunicaciones y con pobres mejor informados sobre lo que no tienen, la amargura frente al apartheid legal va a crecer, confesa, no derradeiro parágrafo do libro, que lle gusta mucho ser del Tercer Mundo porque representa un desafío maravilloso: el de hacer la transición a un sistema capitalista de mercado que respete los deseos y las creencias de las personas.
Este é o gran obxectivo -ou a misión imposible- dunha esquerda falta de alternativas globais: facer a transición a un capitalismo respectuoso coas persoas. Case nada.
En occidente (...) toda parcela de tierra, toda construcción, toda pieza de equipo o depósito de inventarios está representado en un documento de propiedad que es el signo visible de un vasto proceso oculto que conecta a tales recursos con el resto de la economía. Gracias a este proceso de representación, los activos pueden llevar un vida paralela a su existencia material. En tal condición pueden ser usados como garantía para crédito. (...) Estos activos pueden también aportar un nexo con la historia crediticia del propietario, dar un domicilio asequible para cobranza de deudas e impuestos, ser una plataforma para la creación de servicios públicos confiables y universales, y una base para crear valores que luego pueden ser redescontados y vendidos en mercados secundarios. Así, mediante este proceso, occidente inyecta vida a sus activos y los hace generar capital.
El tercer mundo y los paises que salen del comunismo carecen de este proceso de representación. En consecuencia, casi todos andan subcapitalizados (...)
Los habitantes pobres de estos paises –la gran mayoría- sí tienen cosas. Pero la mayoría de ellos no cuenta con medios de representar su propiedad y crear capital. Tienen casas pero no títulos; cosechas pero no certificados de propiedad; negocios pero no escrituras de constitución ni acciones que permitan a sus activos llevar una vida paralela en el mundo del capital.
É dicir, que nos países subdesenvolvidos: Nadie sabe realmente quién posee qué y dónde, quién es responsable del cumplimiento de qué obligaciones, quién responde por las pérdidas y los fraudes, y de qué mecanismos se dispone para imponer pagos por bienes y servicios entregados. En consecuencia, el potencial económico de la mayor parte de los activos en estos países no ha sido identificado ni convertido en capital; por ello la economía del intercambio se mantiene constreñida y estancada. (...)
Este es el misterio del capital. Para resolverlo hay que comprender cómo (...) los occidentales, al representar activos mediante títulos disciernen capital en esos activos, y logran extraérselo.
Pero isto non quere dicir que nos paises subdesenvolvidos non haxa prácticas de acordo socialmente aceptadas, regras non escritas de intercambio e de negocio. Todo isto existe, o que sucede é non está recoñecido legalmente, todo funciona á marxe dun sistema oficial deseñado para impedir que os pobres teñan acceso á propiedade. Deixando patente que fuera de occidente lo marginal es la legalidad, mientras que la extralegalidad se ha vuelto norma.
E para demostrar que en todos estes países en teoría miserentos hai un capital inmenso sen explotar todo o ben que se debería, o autor aporta algúns datos chamativos da economía peruana, filipina, exipcia e haitiana. Como exemplo as cifras de Haití, país nos que os inmobles rurais e urbanos sen título suman uns 5.200 millóns de dólares, cifra que cuadriplica o total dos activos de todas as empresas que operan legalmente no país, é nove veces o valor de todos os activos de propiedade do Estado e é 158 veces o valor de toda a inversión extranxeira na historia rexistrada ata 1995.
Entón, e parafraseando a Lenin: Que facer? Segundo De Soto é imprescindible emprender a complexa tarefa que supón legalizar o qué ilegal, é dicir, dar por bos os xeitos de acordo e de funcionamento que xa están en práctica nas favelas, nos ranchitos, ou nos bidonvilles e integralos no corpus legal dos distintos países porque como resume Oliver Wendell Holmes na cita que o autor incorpora ao libro: A fonte da vida da lei non foi a lóxica, foi a experiencia.
Para levar a cabo estas reformas e sortear todos os atrancos que puidesen plantexar os máis privilixeados polo status quo, é necesario ter en conta que crear un sistema de propiedad que sea asequible a todos es fundamentalmente una tarea política, porque es una tarea para personas que comprenden que la meta final de un sistema de propiedad no es definir estatutos elegantes, conectar computadoras resplandecientes o imprimir mapas multicolores. La meta de la propiedad formal es poner capital en manos de todo el país.
E aquí comeza a utopía. Unha utopía que a min se me antolla tan ilusa coma calquera vella idea de redención revolucionaria: Eduardo de Soto, despois de dar fe de que, tras os fracasos das políticas ultraliberais das últimas décadas, fuera de occidente quienes abogan por el capitalismo estén intelectualmente en retirada; e de alertar de como con el avance de las comunicaciones y con pobres mejor informados sobre lo que no tienen, la amargura frente al apartheid legal va a crecer, confesa, no derradeiro parágrafo do libro, que lle gusta mucho ser del Tercer Mundo porque representa un desafío maravilloso: el de hacer la transición a un sistema capitalista de mercado que respete los deseos y las creencias de las personas.
Este é o gran obxectivo -ou a misión imposible- dunha esquerda falta de alternativas globais: facer a transición a un capitalismo respectuoso coas persoas. Case nada.
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