Michael Jackson

Recordo un chiste racista. Trátase dunha familia negra (home, muller e dous fillos) aos que se lles aparece Deus para que pidan un desexo. O home e a muller exclaman: —Queremos ser brancos! E Deus transforma ao home e á muller en brancos. Rapidamente, os dous fillos, turrando dos pais polas chaquetas, berran histéricos: —Nós tamén queremos ser brancos, nós tamén queremos ser brancos! Pero a parella, visiblemente molesta, espeta: —Non hai nin cinco minutos que somos brancos e xa temos a dous negros fodéndonos!
Non foron cinco minutos, senón cincuenta anos, os que pasou Michael Jackson soportando ao negro que o fodía desde dentro. A personaxe que mellor encarnou a loucura do autoodio descrito en Piel negra, máscaras blancas (Akal, 2009) de Frantz Fanon, abandonou este mundo o mesmo ano en que un mulato accedía á presidencia dos EEUU. Coincidencia curiosa. Mágoa que o cantante non tivese lido o libro do antillano. Unha análise tan pormenorizada das patoloxías psíquicas do colonizado (e do colonizador) ben o podería ter axudado:

«Sería fácil demostrar que el negro, irreflexivamente, se elige como objeto susceptible de portar el pecado original. Para ese papel, el blanco elige al negro y el negro que es un blanco también elige al negro»; «el joven negro, que se identifica con el civilizador, hará del negro el chivo expiatorio»; «los antillanos no tienen valor propio, son siempre tributarios de la aparición del Otro. Siempre es cuestión de que sea menos inteligente que yo, más negro que yo, peor que yo. Toda posición de sí, todo anclaje de sí establece relaciones de dependencia con el hundimiento del otro. Sobre las ruinas de mi entorno yo edifico mi virilidad»; «el blanco civilizado conserva la nostalgia irracional de épocas extraordinarias de licencia sexual, de escenas orgiásticas, de violaciones no castigadas, de incestos no reprimidos. [...] Proyectando esas intenciones en el negro, el blanco se comporta “como si” el negro los tuviera realmente. [...] El negro representa el peligro biológico. El judío el peligro intelectual. [...] Tener fobia al negro es tener miedo de lo biológico»; «se trata de saber si es posible que el negro supere su sentimiento de inferioridad, que expulse de su vida el carácter compulsivo que le asemeja tanto con el comportamiento fóbico. En el negro hay una exacerbación afectiva, una rabia de sentirse pequeño, una incapacidad de toda comunión humana que se confinan en una intolerable insularidad»; «sí, al negro se le pide ser buen negro»; «el “desembarcado” [o antillano que volta de Francia] desde su primer contacto, se afirma: sólo responde en francés y a menudo no comprende el criollo. En este sentido, el folklore nos proporciona una ilustración. Tras unos meses pasados en Francia, un campesino vuelve junto a los suyos. Percatándose de un apero de labranza, pregunta a su padre, campesino viejo sin un pelo de tonto, cómo se llama ese artilugio; por toda respuesta, su padre se lo tira sobre un pie y así la amnesia desaparece. Singular terapia»; «queremos entender por qué le gusta tanto al antillano hablar francés»;...

Hai tantas claves nese libro dos mecanismos psíquicos que desenvolve a mente colonizada que lelo supón un exercicio terapéutico. Unha «singular terapia». Michael Jackson chegou tarde, pero quen sabe se os outros peles negras con máscaras brancas do mundo (pensamos tamén naqueles casos clínicos que, entre nós, desenvolven o comportamento desquiciado de amputárense a lingua) aínda poden evitar caer no patetismo e na autodestrución.
Descanse en paz.